Telegrama, no tuit
Resulta curioso comprobar cómo basta eliminar los adjetivos de los mensajes promocionales -esos “meritorio”, “ilustre”, “insigne”, “incomparable” de: “bajo el meritorio soporte de la ilustre propiedad el insigne arquitecto inauguró su incomparable obra”- para que lo que es un lenguaje ridículo se transforme en otro que al menos no hace daño a los oídos. No se trata exactamente de que esos mensajes falten a la verdad. Se trata de que a base de abusar una y otra vez de una serie de fórmulas gastadas, empleadas sin ningún razonamiento, han acabado dando forma a un habla sin significado, a un lenguaje muerto. Que siempre es posible resucitar volviendo simplemente al inicio: “bajo el soporte de la propiedad el arquitecto inauguró su obra”.