Telegrama, no tuit
Ocurre una cosa curiosa con ciertas series de televisión. Unas se mantienen, otras desaparecen. Pero hay una cierta masa de actores que nunca naufraga, casi me atrevería a decir, independientemente de su talento. Fracasa la serie en la que participan pero al mes siguiente los vemos interpretando en otra nueva a un personaje distinto con los tics idénticos de siempre. No importan sus méritos, bastan los contactos de su representante. Cabría decir lo mismo de ciertos arquitectos. Se presentan a un concurso para dirigir una nueva empresa. No son elegidos. Y al poco tiempo los descubrimos integrados en el consejo de redacción que los derrotó.