M&M house refurbishment . Pamplona
The renovated apartment is located in a building from the 1950s that adheres to the typical layout of the lots in the II Ensanche of Pamplona in its most modest version: a living area with balconies overlooking a main avenue of the city, 18 meters deep leading to a spacious courtyard where the rooms overlook, and a light well halfway that illuminates the interior spaces but leaves the long hallway in darkness.·
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La vivienda reformada se ubica en un inmueble de los años 50 que responde con ortodoxia al tipo habitual de los lotes de las manzanas del II Ensanche de Pamplona en su versión más modesta: zona de día con balcones a una avenida principal de la ciudad, 18 metros de profundidad hasta un amplio patio de manzana al que asoman las habitaciones, y un patio de luces, a medio camino, que ilumina las estancias interiores pero deja a oscuras el largo distribuidor. El espacio disponible carece de atributos singulares; ni altura, ni superficie, ni ornamento reseñables y, sin embargo, una vez liberado de las particiones interiores, se muestra como un lugar luminoso, que recibe luz de sur desde ambos patios. Una limitación importante radica en la estructura organizativa original de sus estancias que se corresponde con un modelo social, afortunadamente superado, que condenaba la cocina - y a quien cocina - al exilio interior del patio de manzana, en la esquina más remota de la casa, lo más lejos posible de estancias principales. La primera decisión relacionada con el programa de la vivienda consiste, precisamente, en rescatar la cocina para convertirla en el baricentro de la casa. Este acto adquiere carácter simbólico en tanto que persigue de restitución del hogar –el fuego- como lugar central en torno al cual se hace la vida familiar. No solo es el lugar donde se cocina, es un espacio versátil construido en torno a una gran mesa con un gran banco acolchado en la que se come, se juega, se estudia, se trabaja... La segunda decisión opera con la arquitectura de la vivienda revistiendo de blanco el espacio existente pero dejando a la vista la silueta del relieve de las cuatro vigas de canto de su estructura que cruzan en sentido transversal, e insertar una caja de madera de iroko adherida al patio interior y al medianil del este, que acoge los espacios más íntimos y los cuartos húmedos. Esta actuación rebaja la altura –la escala- de las estancias para construir una «habitación de habitaciones» acogedoras, íntimas y cálidas, en lo que Gastón Bachelard definiría como la necesaria «casita dentro de la casa más grande para poder experimentar el recogimiento y la vida sin problemas». El espacio entre ambos, caja de madera y envolvente blanca, es un distribuidor flexible y amplio que puede ser compartimentado mediante puertas correderas que asoman desde la caja de madera para poder configurar vestidores, almacenaje o para ampliar la cocina, y que recorre la casa de norte a sur, desde el salón hasta las habitaciones, atravesando las estancias, como si de un palacio se tratara.