XStudio . photos: © David Rodríguez
Tejeda is a small municipality located inside a volcanic area, on the summit of the island of Gran Canaria. It is a special place, with a very steep terrain and a mesmerizing natural environment, “a petrified storm”, as Unamuno defined it. Small-scale buildings coexist in the sparsely constructed fabric, which is scattered throughout the territory as nuclei, among which some interesting constructions of a more traditional character stand out. The regulations, with more than good intentions, try to ensure the preservation of the rural character of the municipality by applying very strict parameters, which promote the appearance of folk solutions instead of the enhancement of the original elements of popular Canarian architecture.
With this starting scenario arises the possibility of projecting a detached house on a plot of very unique characteristics. Located in the historic center of the village, the plot has minimum dimensions, 9×4 meters, and a longitudinal slope of 2.50 meters. In a corner situation between the regional road and a pedestrian passage, the land borders on its west and south facades with a free space. This, together with its elevated position in the territory, makes it one of the main impulses of the project.
The intervention bets on a leisurely insertion of the architectural piece, which is presented as a simple volume that assumes the imposed archetypal formalization, but that in turn takes refuge in the voids of the norm to propose an architecture that does not renounce the intrinsic values of the project, sensitive to the stimuli of the place.
The house occupies the entire plot and is distributed in height. Aware of its privileged position, the work is conceived as a watchtower that is hermetic in its facades to the street and permeable towards the views of the environment, on which stand out the two main geological symbols of the island: the Roque Bentayga and the Roque Nublo. In this sense, a set of holes of equal proportion (the one that obliges the norm) but different scale is distributed by the west and south facades, framing and trimming the landscape, favoring that each space is related in a particular way to the exterior. The play of moving gaps is completed with the treatment of the envelope in a series of bands that introduce a horizontal counterpoint to the verticality of the part. These stripes, executed with hand-grooved plastering, define the base of the building and contrast with the mastered finish of the finish.
Internally the uses are hierarchized in section, assigning the semi-basement floor to the private rooms and the intermediate one, where the main access is located, to kitchen and dining room, which are extended to the outside by means of a small terrace. On the second floor, the most dominant over the views, the living room is located. The latter slab hangs from the roof, allowing the insertion of a longitudinal fissure that visually connects the three levels of the house and through which the staircase runs, which manifests hard and heavy in its start, light and friendly at its coronation.
In the material plane, a bounded catalogue is used, in which the textures construct with light a serene but vibrant interior. The pavements are executed with concrete, establishing a duality with the ceiling plane, formalized by exposed concrete slabs formwork with pine planks. This material is also used for the staircase down to the bedrooms, highlighting the independence of the private areas.
The massive use of pine wood for furniture and panelling is combined with the elements in green as the only note of color, providing warmer nuances in the formalization of the domestic space, helping to build an environment in which textures build with light a serene but vibrant interior, and completing the set of strategies of this small house that looks, openly and without complexes, to the petrified storm that surrounds it.
En el plano material, se recurre a un catálogo acotado, en el que las texturas construyan con la luz un interior sereno pero vibrante. Los pavimentos se ejecutan con hormigón fratasado, estableciendo una dualidad con el plano de techo, formalizado mediante losas de hormigón visto encofrado con tablones de pino. Este mismo material se emplea para la escalera de bajada a los dormitorios, remarcando la independencia de las áreas privadas.
El uso masivo de la madera de pino para mobiliario y panelados se combina con los elementos en verde como única nota de color, aportando matices más cálidos en la formalización del espacio doméstico, ayudando a construir un ambiente en el que las texturas construyan con la luz un interior sereno pero vibrante, y completando el conjunto de estrategias de esta pequeña vivienda que mira, abiertamente y sin complejos, a la tempestad petrificada que la rodea.
_
Tejeda es un pequeño municipio situado en el interior de una caldera volcánica, en la cumbre de la isla de Gran Canaria. Se trata de un lugar verdaderamente especial, con una orografía muy escarpada y un entorno natural hipnotizante, “una tempestad petrificada”, como la definió Unamuno. En el escaso tejido construido, que se disemina por el territorio a modo de núcleos, conviven edificaciones de pequeña escala, entre las que destacan algunas construcciones interesantes de carácter más tradicional. La normativa, con más intenciones que acierto, intenta garantizar la conservación del carácter rural del municipio mediante la aplicación unos parámetros muy estrictos, que promueven más la aparición de soluciones folclóricas que la puesta en valor de los elementos originales de la arquitectura popular canaria. Con este escenario de partida surge la posibilidad de proyectar una vivienda unifamiliar en una parcela de características muy singulares. Localizado en el centro histórico del pueblo, el solar cuenta con unas dimensiones mínimas, 9x4 metros, y un desnivel longitudinal de 2,50 metros. En situación de esquina entre la carretera comarcal y un pasaje peatonal, el terreno linda en sus fachadas oeste y sur con un espacio libre. Esto, unido a su posición elevada en el territorio, lo convierte en uno de los principales impulsos del proyecto. La intervención apuesta por una inserción pausada de la pieza arquitectónica, que se presenta como un volumen sencillo que asume la formalización arquetípica impuesta, pero que a su vez se refugia en los vacíos de la norma para plantear una arquitectura que no renuncia a los valores intrínsecos del proyecto, sensible a los estímulos del lugar. La vivienda ocupa la totalidad del solar y se distribuye en altura. Consciente de su posición de privilegio, la obra se concibe como una atalaya que se presenta hermética en sus fachadas a la calle y permeable hacia las vistas al entorno, sobre el que destacan los dos principales símbolos geológicos de la isla: el Roque Bentayga y el Roque Nublo. En este sentido, un conjunto de huecos de igual proporción (la que obliga la norma) pero distinta escala se reparte por las fachadas oeste y sur, enmarcando y recortando el paisaje, favoreciendo que cada espacio se relacione de forma particular con el exterior. El juego de huecos en movimiento se completa con el tratamiento de la envolvente en una serie de bandas que introducen un contrapunto horizontal a la verticalidad de la pieza. Estas franjas, ejecutadas con enfoscados estriados a mano, definen el basamento del edificio y contrastan con el acabado maestreado del remate. Interiormente los usos se jerarquizan en sección, destinando la planta semisótano a las estancias privadas y la intermedia, donde se ubica el acceso principal, a cocina y comedor, que se prolongan al exterior por medio de una pequeña terraza. En planta segunda, la más dominante sobre las vistas, se ubica la sala de estar. Este último forjado se cuelga de la cubierta, permitiendo la inserción de una fisura longitudinal que conecta visualmente los tres niveles de la vivienda y por la que discurre la escalera, que se manifiesta dura y pesada en su arranque, liviana y amable en su coronación. En el plano material, se recurre a un catálogo acotado, en el que las texturas construyan con la luz un interior sereno pero vibrante. Los pavimentos se ejecutan con hormigón fratasado, estableciendo una dualidad con el plano de techo, formalizado mediante losas de hormigón visto encofrado con tablones de pino. Este mismo material se emplea para la escalera de bajada a los dormitorios, remarcando la independencia de las áreas privadas. El uso masivo de la madera de pino para mobiliario y panelados se combina con los elementos en verde como única nota de color, aportando matices más cálidos en la formalización del espacio doméstico, ayudando a construir un ambiente en el que las texturas construyan con la luz un interior sereno pero vibrante, y completando el conjunto de estrategias de esta pequeña vivienda que mira, abiertamente y sin complejos, a la tempestad petrificada que la rodea.