Telegrama, no tuit
·
Es nuestra condena que el verdadero sentido de nuestras palabras, especialmente las escritas, no sea sino llamar la atención de los demás. Y nuestra tarea, para eso necesitamos la técnica, conseguir simular que no precisamos esa atención, lograr que finalmente resulten tan completas, inexpugnables, sin fisuras, que parezca que no van dirigidas a nadie.