Telegrama, no tuit
Nadie como aquellos que carecen de firmes convicciones para desdecirse de sus opiniones. Si alguien con personalidad nos ninguneó cuando éramos desconocidos, no variará su posición si nuestra suerte cambia. Sin embargo, reconocemos el éxito cuando los pusilánimes se arrancan a ensalzarnos con la misma decisión con que antes nos denigraban. Basta con que los demás empiecen a elogiarnos.