Nuestra propuesta para el antiguo Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro es consecuencia de una reflexión en torno a la realidad histórica del edificio -hoy muy modificado- y la temporalidad que implica toda nueva actuación. La edificación que hoy conocemos es resultado de múltiples transformaciones desde el siglo XIX que hacen difícil referirse a un momento histórico original. En primer lugar, no podemos hablar propiamente de “un” edificio, sino del fragmento de un conjunto mucho mayor, la crujía Norte del Palacio que sobrevivió al paso del tiempo, una estructura longitudinal que articulaba dos grandes espacios abiertos, la Plaza Principal y Plaza Grande.
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El· Salón de Reinos constituía un simbólico corazón del conjunto además de la iglesia de Los Jerónimos, el Casón y el desaparecido Coliseo, edificaciones que destacaban en la extensa retícula que conformó lo que fue palacio real de recreo y descanso hasta su destrucción en la invasión napoleónica. Cuando un fragmento queda separado del conjunto, parece difícil otorgarle categoría de protagonista, en tanto que cuerpo arquitectónico aislado. Pero esa contradicción es la que el tiempo nos ha legado: el actual edificio aparece como volumen autónomo, desconectado de su entorno en su fachada Norte por el zócalo que responde al desnivel de la importante modificación topográfica que se llevó a cabo. Es ahora, al pasar a formar parte del campus del Museo del Prado, cuando paradójicamente, este cuerpo solitario volverá a encontrar un sentido compartido, en este caso con el edificio de Juan de Villanueva, la ampliación de Los Jerónimos y el Casón. La plataforma horizontal que desde el siglo XVII hasta finales del XIX vinculaba las dos plazas desaparecidas marcará el nivel del nuevo lugar de acceso al museo. La eliminación de los diferentes cuerpos adosados a la fachada Sur a lo largo de los años, supone una condición fundamental que orienta las subsiguientes decisiones de proyecto. Un nuevo volumen se separa de los tres paños de fachada haciendo visible la hasta ahora oculta fachada Sur del histórico Salón de Reinos y generando un espacio cubierto al aire libre que conecta física y visualmente el acceso desde la plaza frente a la calle Felipe IV con la terraza existente al Norte. La entrada pública tiene lugar en el punto donde la cota de la calle se acerca más a la del zócalo, lo que implica un cambio del eje de acceso al edificio, en una decisión consciente que desplaza el centro de gravedad del mismo hacia el Este. El tejado en mansarda añadido el siglo XX, introdujo una notable alteración y distorsión del volumen que originalmente tuvo el austero palacio de los Austrias. Su sustitución por una cubierta longitudinal a dos aguas permitirá recuperar proporciones adecuadas en relación a las fachadas, la altura de cornisa y los chapiteles sobre las torres de esquina. La reducción del espacio expositivo bajo cubierta que implica esta actuación queda compensado con las nuevas galerías en las plantas primera y segunda incorporadas en la nueva ampliación.
En la planta semisótano se ubican las zonas de carga y descarga, almacenes, áreas de servicio, instalaciones, y la comunicación subterránea con el edificio del Casón. La planta baja se destina esencialmente a zonas de uso público tales como el vestíbulo de acogida, el café-restaurante, la tienda y el acceso al área expositiva por medio de la Escalera de Honor decimonónica que será restaurada, o a través del nuevo núcleo vertical de comunicaciones situado en el extremo oriental del edificio. La planta primera, protagonista del espacio central que da nombre al conjunto, mantendrá la disposición de la secuencia de tres grandes salas, recuperando una balconada que evoca la que se perdió según las descripciones del edificio original. Finalmente la planta bajo cubierta, se dedica íntegramente a salas de exposición.
La nueva fachada de la ampliación tendrá un cerramiento formado por paneles de aluminio fundido. Su ritmo vertical, basado en las proporciones de los huecos del edificio histórico, queda únicamente alterado en dos puntos. Por una parte, una gran ventana en la galería de la planta primera se asoma hacia el eje urbano de la calle Moreto marcado por el monumento a la Reina María Cristina. Por otra parte, en su extremo oriental, los paneles de fachada se hacen abatibles, pudiendo abrirse o cerrarse en diversas posiciones para señalar el nuevo acceso público al museo. Como si de un contemporáneo tríptico urbano se tratase, el inesperado soporte de anuncio de exposiciones y actividades transformará también simbólicamente la nueva imagen del antiguo Palacio del Buen Retiro y su incorporación al Museo del Prado. Actuará como foyer o linterna abierta al firmamento configurando un espacio público de encuentro. La intervención en el antiguo Salón de Reinos aparecerá en el barrio de Alfonso XII como resultado de la interpretación de la propia historia del edificio y de la incorporación de nuevas arquitecturas que surgen de la emulación de aquel: un proceso siempre inconcluso de transformaciones que reflejan el diálogo entre la memoria y la invención.
Enrique Sobejano Fuensanta Nieto
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AMPLIACIÓN DEL MUSEO DEL PRADO. SALON DE REINOS
Finalista concurso internacional. 2016
Situación Madrid, España Propiedad
Museo Nacional del Prado
Arquitectos
Nieto Sobejano Arquitectos Fuensanta Nieto, Enrique Sobejano Programa
Rehabilitación y ampliación del Salón de Reinos
Superficie
9.207 m2
Arquitecto de proyecto Carlos Ballesteros Equipo de proyecto
Simone Lorezon, Valeria Polato, Adrián Rodríguez, Ahmed El Shihy, Beatriz Villanueva, Juan Carlos Redondo
Restauradora
Ana Ordóñez Martínez
Estructura
schlaich bergermann partner, sbp gmbh BAC engineering consultancy group Instalaciones
Werner Sobek London Ltd
Maquetas
Nieto Sobejano Arquitectos METRICAminima SLL Fotografías
Diego Hernández (maquetas)
Renders
Fran Mateos