Pezo von Ellrichshausen . + plataforma arquitectura
Más allá de su evidente condición de ruina, la casona existente resume el momento clave en que “se fragua” la identidad nacional: aquella tortuosa transición republicana, con todas sus luchas anti-coloniales y sus pretensiones neoclásicas. Su posición en el paisaje semidesértico de la Provincia de Chacabuco, su condición de territorio misterioso, desolado y polvoriento, determina el carácter que seguirá rodeando las viejas habitaciones.
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Este nuevo centro cultural, en tanto destino rural para el actual acceso norte a la región metropolitana [de Santiago], supone celebrar una coincidencia histórica entre arte, técnica y naturaleza. Su contenido es una inédita colección de obras de artistas contemporáneos producidas por artesanos locales.
La propia casa desnuda, despojada hasta de su domesticidad original, se convierte en el primer objeto de la nueva colección. La casa vacía, transfigurada en monumento, se entiende como una señal (o más bien una advertencia) de su propia permanencia. Una pieza única, aislada y confinada por un grueso muro de ladrillos y contrafuertes. Una estructura artificiosamente distanciada de sus contingencias, retraída a un interior abierto y sin jerarquías, con aquel silencioso pero severo carácter, con esa nostalgia casi inmóvil del llano árido, impregnado en sus patios y explanadas.
El muro perimetral describe el horizonte de una figura asimétrica y compleja. Una línea limítrofe que no sólo desdibuja el límite de propiedad sino que establece una escala diferenciada entre el frente norte que se extiende hacia el valle y el frente sur limitado por el camino de acceso. En las inflexiones de este muro se despliega una serie de programas complementarios: una plaza de juegos a la sombra de los árboles, el atrio de una capilla, una plaza para la fiesta de los Cuasimodos, algunos parrones, piletas y un par de miradores.
Además de la restitución del espesor sobrio y austero de todos los muros de adobe, también se recupera la calidad mestiza de sus decoraciones de madera, acaso desdibujadas por una serie ininterrumpida de traducciones sobre traducciones, de reproducciones a la vez ingenuas y heroicas. La casona se extiende hacia el norte, consolidando un nuevo patio duro rodeado de columnas de hormigón teñido. Un pavimento continuo de ladrillo artesanal, con diversas texturas y patrones, unifica cada recinto, corredor, zaguán, patio, sendero y plaza.
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Arquitectos Pezo von Ellrichshausen
Ubicación Ruta G-131 S/N, Colina, Chile
Arquitectos a cargo Mauricio Pezo, Sofía von Ellrichshausen
Colaboradores Diego Perez, Eva de Hovre, Charles Bourely, Iven Peh, Victoria Bodevin, Sofie Taveirne, Findlay Barge, Caitlyn Flowers, Lorenzo Giovannoni
Dirección general Cecilia García-Huidobro (Fundación Chile Profundo)
Especialidades Miguel Laborde (Historia), Jorge Atria (Restauración), Sergio Contreras (Estructura), Bárbara Grene, Tania Düring (Iluminación), Carlos Gana (Electricidad), Julio Gormaz, Gary Zenteno (Clima), María Angélica Denegri (Sanitario), Patricio Astaburuaga (Xilófago), Cecilia Leiva (Accesibilidad), Felipe Contreras (Acústica), Ramón Castillo (Museografía), German Carvajal (Decoración histórica), Celina Rodríguez (Artesanía), Karen Fried (Coordinación)
Fotografías Pezo von Ellrichshausen