Proponemos una caja abstracta, un volumen entendido como una pieza de diseño industrial depositada en medio del parque y que se formaliza con una piel de vidrio serigrafiado con el código binario, protegida con lamas verticales de gran formato de aluminio brillante. Una máquina tremendamente eficiente desde un punto de vista funcional.
El edificio, como contenedor de todas las actividades vinculadas al supercomputador, toma como símil un disipador de calor, un contenedor que protege la tecnología y permite su actualización.
El concepto es situar visualmente una sola barra longitudinal que se ubica respetando el muro existente. Se crea una nueva entrada desde la plaza Eusebi Güell que da continuación al espacio público y genera el acceso principal al edificio.
El edificio que se presenta como una sola pieza, contiene tres grandes bloques del programa: sobre rasante, la barra que acoge las áreas de investigación, dirección, gerencia y instalaciones en la planta cubierta; bajo rasante, el semisótano que acoge el supercomputador y el sótano que se destina a instalaciones y aparcamiento. A parte de estos tres paquetes de programa, se plantea un cuarto bloque que contiene la zona de vestíbulo principal, formación y conferencias y que actúa como elemento de relación entre las diferentes partes del programa.
El acceso principal, en la cota de la plaza Eusebi Güell, se formaliza como un agujero que atraviesa el edificio y se convierte en un mirador a la capilla y al parque. Mostrar el edificio que acoge el Mare Nostrum desde la entrada al nuevo edificio es fundamental para incorporarlo al conjunto y a la vez lo enriquece y lo cualifica.
La arquitectura da un paso hacia atrás para ponerse al servicio de la tecnología, creando una pieza altamente eficiente donde cada una de las decisiones de diseño se toma en función de su eficacia funcional, polivalencia y eficiencia energética.
Arquitectura
Jordi Badia
Jefe de proyecto
Victoria Llinares
Colaboradores
Rafael Berengena, Nicola Rigoli, Ulrike Osterwalt, Marcos Catalán, Mireia Monràs, Elsa Bertrán
Promotor
BSC-CNS
We have proposed an abstract box, a volume seen as a piece of industrial design deposited in the middle of the park and which is formalised by a skin of glass screen-printed with the binary code, protected by large-scale vertical strips in polished aluminium. A tremendously efficient machine from a functional point of view. The building, as home to all activities linked to the supercomputer, evokes a heat sink, a container which protects technology and allows for its constant update.
The concept is to visually locate a single longitudinal block which is placed to respect the existing wall. A new entrance from Plaza Eusebi Güell is created, giving continuity to public space and becoming the main access to the building.The building emerges as a single piece and contain the programme’s three large blocks: above grade, the block housing the departments of research, operations, management as well as ground-floor facilities; below grade, the partially underground home to the supercomputer; and the basement, which is earmarked for facilities and parking. Besides these three spaces, a fourth block contains the main lobby and training/conference rooms and which acts as a link between the different parts of the programme.
The main entrance, on the level of Plaza Eusebi Güell, appears as a hollow crossing through the building and becomes a viewpoint onto the chapel and the park. Displaying the building which houses Mare Nostrum from the entrance of the new building is fundamental in incorporating it into the complex whilst also enriching and characterising it.
Architecture takes a step backward to bow down to technology, creating a highly efficient piece where each design-related decision is taken according to its functional efficiency, multi-purpose role and energy efficiency