Nuestra propuesta respeta estrictamente el enunciado del concurso, al entender que se trata de la ‘ampliación y reforma del Museo de Bellas Artes de Bilbao’ y no de un nuevo museo.
Ello nos ha llevado a valorar, en primer lugar, la situación actual, llegando a la conclusión de que el Museo se encuentra hoy ‘descolocado’ respecto a la nueva traza de la ciudad, en la que la Plaza de Euskadi se ha convertido en auténtica protagonista de la escena urbana en el ámbito comprendido entre Abandoibarra y el Parque de Doña Casilda. De ahí que nuestra propuesta haya partido de una ligera -pero definitiva modificación del actual trazado, que contempla un encuentro más suave de la calle Elcano con la Plaza. El encintado del viario que define la plaza se produce en paralelo con la fachada del edificio: así el Museo contribuye ahora definitivamente a configurar el espacio de la plaza. El Museo está ahora ‘colocado’ en la plaza. Frente al Museo se produce un ámbito en el que prevalece la presencia de una pieza de Chillida en lingote de acero, quedando así constancia en la ciudad, en una institución como el Museo, de la importancia que en la historia de Bilbao siempre tuvo el acero. La intervención tiene un favorable doble efecto: por un lado, la Plaza se inserta en el sistema viario con más naturalidad; por otro, hace que los peatones procedentes, sea desde Avenida Mazarredo o desde la calle Juan Ajuriaguerra, accedan con mayor facilidad al Museo.
Resuelto el encaje del Museo en la Plaza de Euskadi, era preciso analizar y valorar los edificios que hoy lo componen, llegando a la conclusión de que el primer edificio y el pabellón del BBK son aquellos que se deben conservar y potenciar en la ampliación. Y esto porque nos parece que es el primer Museo el que tiene más interés, sea por su arquitectura -más definida y precisa si se hace abstracción de estilos- sea por su historia y por la importancia que como edificio institucional hoy tiene en la ciudad. Mejorar la condición del primer Museo ha sido una prioridad en este proyecto. La intervención, por tanto, como una nueva y definitiva ampliación del primer Museo, prescindiendo de lo que han sido las anteriores.
¿Cómo hacer uso de las áreas A, B y C que se nos ofrecen en las bases del concurso? Las más favorables para la ampliación, respetando y potenciando el Primer Museo y el Pabellón del BBK, son, a nuestro entender, el área C -situada frente al Parque de Doña Casilda y coincidente con la llamada Plaza de Eduardo Chillida- y parte del área A, ya que en ella hemos localizado el acceso y recepción de las obras de arte desde la calle Elcano, aspecto al que se ha prestado especial atención, dada la importancia que para un Museo como este tiene.
Aunque las bases contemplan la posibilidad de construir bajo rasante en la Plaza un nuevo sótano, hemos descartado tal posibilidad. En primer lugar, porque la posición tangencial de la citada área con respecto al actual sótano no permite una eficiente conexión con el mismo. En segundo lugar, porque la excavación es costosa y problemática. En tercer y último lugar, porque hacer uso de este suelo no ayudaba a encontrar solución al mencionado problema de acceso y recepción de las obras de arte.
Habiendo dejado constancia de que estas primeras decisiones están en el origen de nuestra propuesta, nos gustaría explicar ahora el papel que corresponde al primer Museo en esta nueva y necesaria ampliación. Si hacer uso del potencial que en el primer Museo tiene era una prioridad, liberar al mismo de aditamentos innecesarios era el primer paso. Rescatar su integridad demandaba una operación de limpieza. Y así se ha prescindido de la pantalla añadida en la intervención de 2001, recuperando la fachada de ladrillo sobre el Parque, algo que sin duda contribuye a mejorar la percepción de su digna fachada sobre la Plaza. La fachada de lo que fue el primer Museo de Bellas Artes de Bilbao, como ‘escudo iconográfico’ de lo que será el renovado Museo. Respetando las salas del ala poniente sobre la Plaza y las salas sobre el Parque, hemos optado por transformar el uso de las salas a naciente destinándolas a espacios para el Patronato y la Dirección. No se actúa -salvo la adecuación a normativa instalando ascensores y aseos- sobre el zaguán de entrada por entender que es un espacio protegido en el que no es deseable intervenir. Pero, dado que las actuales salas en planta alta quedan ‘descolgadas’ de lo que serán las futuras salas del Museo en primera planta, hemos dedicado las superficies que estas ocupan a la educación y a la Asociación de Amigos del Museo. Entendemos que este cambio de usos en el primer Museo ‘acerca’ el edificio a la ciudad. El edificio del primer Museo queda así incorporado a la vida cotidiana de la ciudad, una vez que quienes a él acuden no son tan solo los visitantes. El desplazar la actividad del Museo al sur, al área C, a la Plaza de Eduardo Chillida, implica transformar la incierta configuración que hoy tiene la Plaza de Arriaga, convirtiéndola en un patio/claustro que bien podría considerarse un ‘museo de escultura al aire libre’, en el buen entendimiento que la estatua dedicada al músico bilbaíno seguirá manteniendo su actual protagonismo.
Tal patio/claustro se consigue mediante un corredor que llevaría a conectar directamente Patronato y Dirección con el Museo y el área de recepción de las obras de arte, punto crucial para su funcionamiento. Este patio/claustro queda configurado por la fachada sur del primer Museo, por el corredor mencionado, por la suave rampa que acompaña a las columnas y por el ‘lobby’ del nuevo Museo. Consideramos este patio/claustro un elemento clave en este proyecto de ampliación, ya que establece la deseada -y necesaria- continuidad entre lo existente y lo nuevo, a un tiempo que permite el despliegue de la colección permanente de escultura.
Siendo la puerta de entrada del Museo desde la Plaza en acceso más privado, la puerta de acceso para los visitantes se sitúa sobre el flanco a poniente, sobre el Parque. Cabe decir que el Museo forma parte del hermoso Parque de Doña Casilda, al estar en él emplazada la puerta de entrada, así como el acceso a la cafetería/restaurante y a la tienda. El Museo potencia el eje establecido por Abandoibarra y la Plaza de Euskadi, prolongándose hasta alcanzar la Gran Vía. La recepción de las obras de arte se produce desde la calle Elcano, en tanto que desde la Plaza prolongación de la calle Teófilo Guiard se resuelve el servicio a la cafetería/restaurante.
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