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Manasseri Depetris

Casa Los Aromos . Pavón

Manasseri Depetris . photos: © Javier Agustín Rojas

The House Los Aromos fits perfectly into the current zeitgeist: it is a strange combination of globalization and isolation. Its geometry, colors, and materiality link the work to projects built in cities like Brussels or Tokyo, to name just a few that have set trends in recent years and somehow establish the new contemporary canon.

However, Casa Los Aromos is also a singular work that could only have emerged from the practice of a studio that managed to create its own world. To focus solely on the attributes that allow it to participate in global architectural culture, whose only goal seems to be the creation of images, would mean missing out on all its richness. If one crosses the threshold of objectual preciousness, a familiar landscape populated by strange creatures can be found. Similar to the Galápagos Islands, it is a remote world where everything exists in the same place.

The house is located several kilometers from the city of Rosario. When visiting the project, still under construction, Michel, the master builder, was present, having built the house almost by himself. As one quietly toured the work, Michel could be heard conversing with the architects about resolving certain details, using a simple and schematic plan. The usual control tools in the discipline to define the project in advance were absent. There was an absolute trust in the act of making, and problems and architecture emerged as the work progressed.

Perhaps that is why the house and its elements coexist without a defined hierarchical relationship. The staircase, the water tank, the pool are as important as its column, the roof, or the wardrobe. And everything was designed with freedom; nothing we see is committed to what it seems to refer to. Thus, time will define the fate of one more of these strange creatures.·
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La Casa Los Aromos encaja perfectamente en el zeitgeist actual: es una extraña combinación de globalización y aislamiento. Su geometría, sus colores y su materialidad vinculan la obra con proyectos construidos en ciudades como Bruselas o Tokio, por nombrar solo algunas de las que han marcado tendencia en estos últimos años y que de alguna manera establecen el nuevo canon contemporáneo.

Sin embargo, Casa Los Aromos es también una obra singular que solo puede haber salido de la práctica de un estudio que consiguió fabricar su propio mundo. Quedarse solamente con los atributos que le permiten participar de la cultura arquitectónica global, cuyo único objetivo parece ser la fabricación de imágenes, implicaría perderse de toda su riqueza. Si se atraviesa el umbral del preciosismo objetual, se encuentra un paisaje familiar pero poblado de bichos extraños. Similar a las Islas Galápagos, un mundo recóndito donde todo existe en el mismo lugar.

La vivienda se encuentra a varios kilómetros de la ciudad de Rosario. Al visitar el proyecto, todavía en construcción, estaba presente Michel, maestro mayor de obra, quien había construido la casa casi por sí mismo. Al recorrer la obra en silencio, se podía escuchar a Michel conversando con los arquitectos sobre la resolución de ciertos detalles, usando un plano simple y esquemático. Las herramientas de control habituales en la disciplina para definir el proyecto de antemano estaban ausentes. Existía allí una confianza absoluta en el hacer, y los problemas y la arquitectura iban apareciendo a medida que avanzaba la obra.

Quizás por eso la casa y las cosas conviven sin una relación jerárquica definida. La escalera, el tanque de agua, la piscina, son tan importantes como su columna, la cubierta o el armario. Y todo fue diseñado con libertad; nada de lo que vemos está comprometido con aquello a lo que parece referirse. Así, el tiempo definirá el devenir de uno más de estos bichos raros.