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VERNE arquitectura

Hara House . Munguía

VERNE arquitectura . photos: © Pablo García Esparza

The Hara House is located in a compound near the coast of Vizcaya, just a few kilometers from Bilbao. The specific plot where the house is situated has a steep slope and an almost perfect north-south orientation. Therefore, the project’s strategy arises from providing a unified response to both initial conditions.

As a result, two concrete planes with powerful cantilevers at their ends are defined, staggered between them, allowing the spaces to adapt to the slope of the terrain. The first plane houses the entrance, foyer, garage, gym, and other secondary rooms; while the second plane, which forms the roof of the building, houses the living spaces: bedrooms, kitchen, and living-dining area.
On the north face, these concrete planes break at their ends to form two blind parapets. This makes the north facade of the house stronger and more defensive, facing towards the entrance and the public street. These concrete parapets prevent the windows in the living area from being visible from the outside and, on the first floor, create a spacious continuous terrace.
In contrast, the south facade is much more private and intimate. Therefore, the architectural configuration becomes lighter: the concrete roof plane extends into a large cantilever towards the garden, keeping its edge as minimal as possible. Additionally, the south facade features larger windows and openings.

Overall, the design at this point aims to blend the entire house with the garden and outdoor pool, thanks to the large windows and the porch created by the aforementioned cantilever.
There is also a desire to internally connect both facades through the arrangement of the main spaces. The kitchen and the dining-living area are located on the north-south axis and in the center of the house. The kitchen, which opens to the north terrace, has a large wooden sliding door that allows direct connection to the living space. This way, the north terrace and south porch are visually and spatially connected. The master bedroom, situated on the east side, is also pass-through: the bedroom faces south and the dressing room faces north, with the bathroom in the center. In contrast, the west wing is dedicated to three secondary bedrooms, each with its own bathroom.

The materials used in the project aim to create a harmonious dialogue with each other and blend with the lush vegetation surrounding the plot. The strong presence of concrete is contrasted, in part, with its texture: the front and underside of the cantilevers are finished with a wooden texture. This also relates the concrete to the wooden cladding on certain parts of the facade, such as the garage door and the entrance on the north facade, as well as the entire front of the south facade, which is finished with chestnut wood slats. The rest of the façade -including the sides and the north front which is not visible from the outside- is finished with white lime mortar in order to remain in the background.
Inside, the natural character of the project’s materials is achieved through several elements: all vertical surfaces are finished with light beige clay plaster, while the floor and several sliding doors are made of oak wood. The finishing touch in this material palette is provided by the central piece that houses the fireplace and separates the living area from the bedroom hallway: all its surfaces are covered in grayish limestone.
The furniture naturally complements the architectural space, with the use of noble wood for dining chairs and table; light colors and cream tones for sofas, rugs, and armchairs; and a stone-like appearance for the kitchen island, conceived as a solid block without joints or divisions. The pendant lamps and fixtures, always slim and elegant due to their metallic structure, are chosen in dark tones to stand out as decorative elements floating in space.

In conclusion, this project finds its leitmotif in the surrounding environment: the orientation, the slope of the plot, and the views. Through a strong structure of reinforced concrete, with large cantilevers in both directions, the project and the configuration of spaces unfold clearly and logically. Towards the south, the house projects itself through large windows and a spacious porch to merge with the private garden. However, towards the north and the public surroundings, the house presents a more robust and defensive facade.
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CASA HARA. 2023

Autoría: VERNE arquitectura
Víctor Larripa Artieda, Javier Martínez Labeaga y Daniel Ruiz de Gordejuela Tellechea
Aparejador: ÁTICA Aparejadores
Constructora: SERALCO
Calculista estructuras: Josep Agustí de Ciurana
Ingeniería de Instalaciones: HOBEKI ingeniería
Localización: Urbanización Monte Eretza, Munguía, Vizcaya
Superficie: 380 m2 útiles, 440m2 construidos
Fotógrafo: Pablo García Esparza

 La casa Hara se ubica en una urbanización cerca de la costa vizcaína, a pocos kilómetros de Bilbao. La parcela concreta donde se emplaza la vivienda cuenta con una pendiente bastante pronunciada y una orientación norte-sur casi perfecta. Por ende, la estrategia del proyecto surge de dar una respuesta unitaria a ambos condicionantes de partida.
Así, se definen dos planos de hormigón, con potentes vuelos en sus extremos, y escalonados entre sí, que permiten adaptar los espacios a la citada pendiente del terreno. Bajo el primer plano se configura el acceso, vestíbulo, garaje, gimnasio y otras dependencias secundarias; y bajo el segundo plano, que es la cubierta del edificio, se configuran los espacios de vida: habitaciones, cocina y salón-comedor.
Los citados planos de hormigón, en la cara norte, se quiebran en su extremo formando dos antepechos ciegos. De este modo, la fachada norte de la vivienda se vuelve más fuerte y defensiva: es la fachada que vuelca hacia el acceso y hacia la calle pública. Estos antepechos de hormigón impiden la visión de las ventanas de la zona de vida desde el exterior; y, en planta primera, permiten generar una amplia terraza corrida. 
La fachada sur, en cambio, es mucho más privada e íntima. Por ello, la configuración arquitectónica se vuelve más ligera: el plano de hormigón de cubierta termina en un gran vuelo hacia el jardín, manteniendo su canto lo más reducido posible. Igualmente, la fachada contiene ventanales y huecos mucho más amplios. En definitiva, toda la vivienda en este punto pretende fusionarse en gran medida con el jardín y con la piscina exterior, a través de los grandes ventanales y el porche que produce el vuelo ya mencionado. 
Además, existe la voluntad de conectar interiormente ambas fachadas gracias a la disposición de los espacios principales. Así, la cocina y el salón-comedor se sitúan en el eje norte sur, y en el centro de la casa. La cocina, que vuelca hacia la terraza norte, contiene una gran puerta corredera de madera que permite la conexión directa con espacio del salón. De este modo, terraza norte y porche sur quedan visual, y espacialmente, unidos. La habitación principal, situada en el lateral este, es también pasante: el dormitorio se orienta hacia el sur y el vestidor hacia el norte, quedando el aseo en el centro. En cambio, el ala oeste, se destina a las tres habitaciones secundarias, que cuentan cada una con aseo propio.
Los materiales que configuran el proyecto pretenden lograr un diálogo armonioso entre sí, y congeniar también con el verde de la densa vegetación que rodea a la parcela. Así, la fuerte presencia del hormigón se contrasta, en parte, con la textura del mismo: los frentes de la cara y la cara inferior de los voladizos se terminan con una textura de tablillas de madera aserrada. Esto, además, relaciona el hormigón con los revestimientos de madera que aparecen en ciertas partes de la fachada: el portón del garaje y el acceso en la fachada norte, así como todo el frente de la fachada sur, se terminan con listones de madera de castaño. El resto de la fachada -los laterales y el frente norte que no se percibe desde el exterior-, se terminan en mortero de cal blanco con el fin de permanecer en un segundo plano.
En el interior, el carácter natural que persigue toda la materialidad del proyecto se logra gracias los siguientes elementos: todos los paramentos verticales se terminan en mortero de arcilla, color beige claro, mientras que el suelo y varias puertas correderas se realizan en madera de roble. La nota final en esta paleta de materiales se aporta gracias a la pieza central que contiene la chimenea y separa el estar del pasillo de habitaciones: en todas sus caras, esta pieza se reviste de piedra caliza color grisáceo.
El mobiliario busca, lógicamente, una relación natural con los citados elementos que componen el espacio arquitectónico. Así, se emplean maderas nobles en sillas y mesa de comedor; colores claros y tonos crema en sofás, alfombras y butacas; y aspecto pétreo en la isla de la cocina, entendida como un bloque sólido sin juntas ni despieces. La lámparas y luminarias colgantes, siempre muy delgadas y elegantes en su estructura metálica, se eligen en tonos oscuros para que destaquen como elementos decorativos que flotan en el espacio.
En definitiva, se trata de un proyecto que encuentra su *leitmotiv* en el entorno en el que se emplaza: en la orientación, la pendiente de la parcela y las vistas. A través de una fuerte estructura de hormigón armado, con grandes voladizos en ambas direcciones, se despliega de manera clara y lógica el proyecto y la configuración de los espacios. Hacia el sur, la casa se proyecta mediante grandes ventanales y porche amplio, para fusionarse con el ámbito exterior y privado del jardín. Sin embargo, hacia el norte y el entorno público, la casa muestra un rostro más rotundo y defensivo.