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estudio veintidós

Casa de los pasos perdidos . Granada

estudio veintidós

En su obra En busca del Tiempo Perdido, Marcel Proust constantemente relata pasajes en los que su memoria elabora asociaciones accidentales entre lugares, sensaciones y sucesos cotidianos, ya sea desayunando magdalenas o caminando sobre las piedras de Venecia. Una primera conversación desató una serie de recuerdos de dos lugares habitados en el pasado, dos casas de infancia, accidentalmente accionados por reminiscencias del lugar a intervenir y algunos objetos que quedaban en su interior.

Reforma de vivienda en Granada

La casa de su primera infancia, donde están sus primeros recuerdos, pasó a ser un despacho y posteriormente un piso de estudiantes donde también transcurrieron los años de universidad, para posteriormente quedar abandonada y ser solo utilizada para los encuentros de una nueva generación de jóvenes. La casa de su segunda infancia ya solo existe en su memoria. Ubicada sobre el antiguo Café Suizo, aún recuerda las visitas con sus padres a este lugar donde se reunían poetas y artistas. Jugó entre las columnas del café hasta su cierre, y años después, con su demolición, pudo ver las entrañas de aquel edificio que había recorrido de niña, mostrando las trazas de una olvidada Alhondiga escondida tras un telón de fachada. Los restos de aquella segunda casa permanecen hoy entre los muros de la primera infancia y en un almacén lejano en la Vega: puertas giratorias de forja, capiteles, fragmentos de coloridos suelos hidráulicos y mesas de mármol con firmas de poetas muertos.

La intervención trata de hilvanar una imprecisa multitud de recuerdos y trasladarlos a una arqueología proyectada: arranques de muros, basamentos y trazas del presente con la capacidad de evocar eventos del pasado. Sobre esta topografía de memorias simultáneas se depositan paramentos que segregan las estancias de la vivienda, estableciendo un cambio de materia entre ambos componentes arquitectónicos ensamblados: el basamento y una estructura habitable. La nueva casa funciona como un artefacto de memoria simultánea al recorrer sus estancias, y deja lugar para lo indeterminado mediante el residuo consciente de su gran espacio central. En arquitectura, los grandes vestíbulos capaces de contener a una multitud y distribuirla a las distintas partes de un edificio, en ocasiones se denominan salas de pasos perdidos. Son salas de área variable, pero indistintamente hacen que los trayectos se entrecrucen, se detengan o se confundan antes de llegar al lugar deseado, dotando a sus interiores de un cierto aire de misterio.

El acceso a la vivienda se produce directamente desde una zona sesgada visualmente del resto, conectada con un aseo para invitados. Los espacios del estar, una sala destinada a instrumentos y ensayos musicales, y la cocina, se vuelcan a una gran terraza que mira hacia el Albaicín. Un corredor que comunica con la zona posterior de la vivienda, destinada a funciones de servicio, oculta los accesos a los dormitorios. El dormitorio principal se sitúa en el vértice del edificio y se registra desde un vestidor que da paso a un gran baño con vistas. La envolvente de los baños de los otros dos dormitorios se conforma como un encaje de muros inconclusos que no tocan el techo, dando entrada a la luz natural. La naturalidad con la que se va desvelando el recorrido de la vivienda se acrecienta por la voluntad de hacer desaparecer los elementos convencionales del habitar, como la carpintería y la cerrajería de las puertas, la iluminación indirecta y difusa desde los encuentros de materiales, el sistema de climatización que emana del pavimento, la disolución de las relaciones interior-exterior a través de la larga fachada de vidrio que libera el ángulo, o la ingravidez de la pieza de acceso al ser atravesada por la luz pero no por la mirada.

Toda la casa gravita en torno a ese ambiguo lugar central que origina el proyecto, una región que se percibe en cierto modo como una sala de pasos perdidos, e inevitablemente se convierte en un espacio reflexivo en el que, más que perder los pasos, se encuentran senderos entre lo recorrido y lo vivido.
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