MRM arquitectos . AVG . fotos: © Luis Díaz Díaz
El proyecto propone una respuesta atractiva e innovadora a las necesidades propias de una empresa de distribución, así como aportar un valor añadido que redundase en su mejor funcionamiento y en una imagen singular que la diferenciase.
Dicha propuesta consiste en un gran espacio de estacionamiento al aire libre destinado a la flota de vehículos propia, que ocupa la mayor parte de la superficie de la intervención, y en un volumen monolítico, donde se ubica la sede de la empresa y el espacio de almacenamiento que apoya su actividad logística.
El edificio, exento y situado junto a una de las vías principales del polígono, transmite rotundidad y representatividad a través de la manipulación de su geometría, destacando en medio del entorno industrial en el que se inscribe, donde priman los criterios funcionales y económicos frente a los estéticos.
Formalmente, la nave se configura a través de un juego geométrico: la cumbrera de una nave tradicional a dos aguas se gira respecto a las fachadas para disponer de mayor altura y capacidad en el espacio de almacenamiento. Este simple gesto de intersección de la pendiente oblicua de los faldones de cubierta con los planos de fachada conlleva la modificación de la línea de coronación. Así, los alzados de la pieza se alejan de la imagen tradicional de una nave industrial, adquiriendo cada uno de ellos un perfil característico que va variando en función del punto de vista. El lucernario de cubierta y los huecos cuidadosamente distribuidos perforan puntualmente el bloque, reforzando la imagen escultural de la pieza.
Las medidas y proporciones empleadas en la nave se rigen por las reglas clásicas de la proporción áurea, (ésta se establece entre altura de cumbrera y su proyección sobre los alzados, y también con la diagonal y los lados del cuadrado en planta).
Se genera un juego de escalas atractivo y paradójico, en el que la nave parece pequeña y amable en su aproximación y sorpresivamente de gran amplitud espacial en el interior. El edificio combina la silueta doméstica de la casa y las tipologías industriales, como metáfora y manifiesto del uso al que se destina, sede y “casa” de la cooperativa de transportistas.
El orden interior de edificio responde también a las directrices de la planta de área cuadrada de 26m de lado. La estructura, dispuesta perpendicularmente a su diagonal, con pórticos y pilares de gran esbeltez, contrasta con el volumen fabril más masivo central, que configura y delimita los diferentes ámbitos del establecimiento industrial: a un lado, la zona de almacenamiento – que constituye la principal actividad de la empresa y la que ocupa mayor superficie-, al otro lado, la zona administrativa y espacio de reunión de las asambleas anuales. Los espacios servidores (archivo, instalaciones, servicios, vestuarios, oficio y una sala de reuniones) se insertan en el interior del volumen de dos alturas de bloque de hormigón pintado en blanco, horadado por un patio que conecta visualmente las dos áreas y que prolonga el diálogo entre lo más pesado y lo ligero.
El patio abierto se convierte en un hueco más que esculpe la pieza, como lo hacen también a modo de “cuñas” el acceso a las oficinas y al muelle de carga en dos de sus lados.
La pieza se reviste en sus cinco fachadas con cerramiento metálico (bandejas, aislamiento y chapa exterior), enfatizando así el carácter de pieza monolítica y la imagen singular y moderna perseguida. Las carpinterías de madera de castaño laminado, ponen el contrapunto, y acercan los límites de lo doméstico y lo industrial.
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