Daniel Fernández Pascual . Alon Schwabe . Gonzalo del Val . photos: © Asier Rua
As Southern European cork trees are increasingly sensing the water stress associated to climatic changes, one wonders whether houses could also become drought-resistant in a near future; and which building materials this planet will provide us once humans eventually decide to confront waste. Eliminating circulation space, the project consists of a refurbishment of a penthouse in the centre of Madrid that reorganises the plan to increase available storage and add another room. A direct outcome of conventional housing typologies from the 1990s real estate bubble, the remaining corridorless structure is still readable in two free-standing columns in the living room that work as a portico to the memory of an extinct corridor. Thresholds-to-cross become thresholds-to-stay: a semicircular studiolo connects living room and bedrooms, a pentagonal hallway leads you into one of the bathrooms, and a hidden chamber hosts the new technological brain of the home. The central volume acts as a spine that incorporates storage all along, while compacting circulations, pipes, ducts and cables inside. This all functions as an inhabited sound insulation layer between the day and night zones. Despite almost invisible, the most efficient intervention enhances the climatic performance of the entire home: a new heated floor in winter can switch to a cooling surface in the scorching summers of Madrid, together with an entire new insulation skin for the house that adds thermal comfort while considerably reducing the need for air conditioning. Material and texture choices are based on composites: pieces of cork and recycled rubber. It is this new deconstructed matter what might begin to give us clues about the tactile condition of our surrounding.
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Los alcornocales del sur de Europa empiezan a resentir el estrés hídrico asociado al cambio climático y uno se pregunta si en un futuro próximo las casas podrán ser también de sequía, y cuáles serán los materiales de construcción que nos ofrecerá el planeta cuando por fin se decida a lidiar con el desecho. El proyecto consiste en una reforma de un ático en el centro de Madrid, que replantea la distribución de la casa para incrementar almacenamiento y ganar una estancia extra, eliminando circulaciones inservibles. La estructura remanente, despasillada, herencia de las tipologías propias de la burbuja inmobiliaria de los 90, todavía se lee en dos columnas presentes en el salón a modo de pórtico a la memoria de un pasillo que fue. Los umbrales-de-paso se convierten en umbrales-de-estar: un studiolo semicircular que conecta salón y dormitorios, un zaguán pentagonal que te lleva a uno de los baños, y una recámara que alberga el cerebro tecnológico de la casa. La pieza longitudinal central incorpora almacenamiento todo a lo largo de la vivienda a la vez que hace de distribuidor, aglutinamiento de instalaciones y aislamiento acústico entre la zona de día y la de noche. Las operaciones más efectivas para la climatización de la vivienda apenas se ven: el suelo consiste en una gloria de frío para verano que cambia a calor en invierno, junto con un incremento de aislamiento térmico considerable en toda la envolvente del piso. La elección de texturas y acabados se basa en materiales compuestos: conglomerados de partículas de cauchos reciclados o láminas formadas por trozos de corcho. Es esa materia de descompuestos la que nos puede empezar a dar pistas sobre la causa táctil de lo que nos rodea. Autores: Daniel Fernández Pascual, Alon Schwabe, Gonzalo del Val Colaborador: Jesús Meseguer Cliente: Privado Fotografía: Asier Rua Contratista: Fast&Furious Office 2018