entrevistado por Ángela Molina
foto: © ÁLVARO GARCÍA . + entrevista completa en El País
Pero he alabado otros, como por ejemplo, el edificio de Sabatini o los Palacios de Cristal y de Velázquez. El espacio original de Domènech i Montaner, sede de la Fundació Tàpies, también es un espacio muy bello. En general, los antiguos palacios, fábricas, hospitales o hangares suelen funcionar mejor para el arte contemporáneo que los edificios hechos ex profeso. Hay algo de anacrónico en el mejor arte contemporáneo que encuentra un hogar más afín en aquellos lugares que ya no están en uso. Los grandes edificios de autor suelen recrearse en lo más espectacular y no conviven muy bien con una parte importante del arte. Son museos de Instagram, hechos para la foto, pero que son hostiles a las obras de arte, especialmente cuando estas tienen un carácter frágil y efímero. Por supuesto, hay excepciones, museos diseñados para el arte de su tiempo, que funcionan o funcionaron muy bien. El Pompidou de Rogers y Piano sería un caso, la Yale Art Gallery de Louis Kahn otro.