Telegrama, no tuit
Entre las normas de una urbanización que se pretende modélica, que rehúye los vicios modernos y abraza las formas clásicas, parecen estar las que prohíben a los niños jugar en sus calles e instalar cualquier tipo de señal que pueda afearlas. Es de suponer que en el interior de sus casas sin embargo abundarán los televisores de alta gama y los sistemas de alarma, ya que la mayoría de sus propietarios parece ser, cómo no, de clase acomodada. Y es que los que fijan la vista en el pasado no suelen estar en contra del progreso sino de la parte del progreso que consideran perniciosa. Claro que su concepto de pernicioso es cuando menos curioso. Y normalmente más visual –formal- que sustancial.