Argimiro Macías . PFC . ETSA Sevilla . + DTF Magazine
El proyecto se encuentra situado en una de las salinas que conforman el Parque Nacional de la Bahía de Cádiz. Este Parque natural posee unas características que hacen de él un ecosistema único en el mundo.
_LOCALIZACIÓN
Para la generación de este ecosistema, la actividad Salinera ha sido una pieza clave. Esta actividad se viene desarrollando desde el siglo IV a.C. y como respuesta técnica no son más que la transformación antrópica de unas marismas, condicionada por el medio en que se encuentran (topografía, clima marítimo y dinámica litoral), con un fin concreto: la obtención de sal del agua del mar.
Esta transformación, que es un proceso industrial, en la actualidad está concebida como algo natural, no sólo para el ecosistema, sino para el propio ser humano. A esto se refiere Robert Smithson cuando habla de naturalezas antrópicas “Naturalezas creadas por el ser humano para mejorar el medio físico y generar economía”. La intervención adquiere una dimensión mucho mayor, pues no sólo posee factores paisajísticos, sino que se le añaden factores culturales y económicos. En resumen, es necesario mantener y recuperar todas estas estructuras con el objetivo de mantener tanto la biodiversidad de la zona, como toda la cultura que rodea a esta actividad.
_OBJETIVOS DE LA PROPUESTA
Tras un estudio del estado actual de la Bahía de Cádiz, que demuestra el completo abandono en el que se encuentran más de la mitad del parque. La intervención plantea a una escala global conseguir la rehabilitación de dichas salinas.
Como metodología a seguir, nuestro proyecto será modelo y ejemplo para el resto de intervenciones. Esta metodología consiste en la introducción de actividades económicas diferentes a la existente, que generen el dinero suficiente para costear los gastos de mantenimiento y mejora del salina, y que a la vez sea compatible con el medio y con la propia extracción de sal, pues para mantener el ecosistema la actividad salinera debe continuar existiendo.
Se piensa en la posibilidad de combinar el uso de una Salina, con un restaurante, ya que no sólo es una actividad de suficiente entidad como para atraer el dinero necesario, sino que además, es una forma de poner en valor la gran riqueza de productos naturales existentes en las salinas, además de la sal, desde algas hasta pescados, pasando por mariscos de todos tipos, típicos y exclusivos de estos ecosistemas. Estos manjares son una parte muy importante de la cultura gastronómica de la región y una parte esencial de la cultura salinera, con ritos centenarios que reunían a todos los trabajadores de la salina para comer juntos como el despesque.
_DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO
El proyecto consiste en una gran estructura metálica, pues se concibe el diseño de ésta como una forma de distinción y separación de la obra con respecto al paisaje natural. Pero una estructura que es a la vez sensible con lo que le rodea, de escasa altura, y gran horizontalidad, como el paisaje, y una cubierta a dos aguas cuyo dibujo recuerda a los surcos de las aguas en el lugar. Se convierte pues en una pequeña “obra” de Land Art.
La estructura está formada por unos grandes soportes compuestos de cerchas que soportan la cubierta y arriostran el conjunto. Estas patas se distribuyen con el objetivo de dejar el perímetro libre para permitir la visión de la salina. También son patios de luz, que hacen que el restaurante sea un espacio de gran claridad.
El edificio se haya elevado sobre pilares para adaptarse al terreno y evitar los problemas originados por las continuas fluctuaciones del mar.
Se localiza en uno de las vueltas de fuera que sirven de camino de la Salina, facilitando así el acceso. Además se proyecta un conjunto de rampas y pasarelas, para peatones y coches, que permiten un acceso más directo, y generan un recorrido ritual y paisajístico a la vez, que se une con otras intervenciones existentes en salinas cercanas.
El espacio interior se modula siguiendo un esquema sencillo, acorde con la estructura, en la que el programa de restauración se localiza en el interior, con un perímetro cerrado para adaptarse a las condiciones establecidas por la normativa de protección contra incendio. El resto de actividades rodean a este espacio, divididas por paredes de vidrio, que permiten múltiples ángulos de visión y mucha luminosidad. Se trata, pues, de hacer del propio restaurante un belvedere en el que la salina y su luz rodee al visitante por todos partes.