Telegrama, no tuit
En cuanto advertimos que alguien empieza a leernos perdemos parte de nuestra libertad. Ya no es posible expresar todo lo que pensamos, especialmente cuando se refiere a gente que apreciamos; o como mínimo respetamos. Podemos seguir aplicándonosla a nosotros mismos pero exponer a los demás a nuestra sinceridad sería enfrentarlos con la crudeza inmisericorde de nuestras opiniones.