Felipe Grallert . + plataforma arquitectura
Una serie de factores sumados terminan en una problemática común: la pérdida de la identidad del pueblo de Antilhue, y su eventual muerte sin tener un recambio generacional que entienda el trabajo con la tierra como propio, y los sistemas de huertas y de patios, como una manera espontánea y única de habitar.
Se entiende al pueblo como una serie de sistemas interconectados, casi interdependientes entre sí con algunos hitos que condicionan las circulaciones y macro-relaciones. La propuesta urbana radica en generar una ciudad amigable, recorrible de punta a punta, potenciando una vida sana y amigable con el entorno y medio ambiente mediante sistemas de parques y zonas de esparcimiento, transformando lo alguna vez negativo en el motor de cambio urbano del pueblo y el elemento que genere el nuevo tejido de parques y relaciones.
Se propone programáticamente una escuela granja, ligada a los oficios de la tierra, inserta en un entorno urbano determinado por una propuesta de ciudad verde. Ésta escuela busca generar en los niños del pueblo de Antilhue, y de los pueblos cercanos ya nombrados, un entendimiento de los elementos que los rodean, la vida sana y la naturaleza, todo esto enmarcado en un título de hacer sostenible e integral, entendiendo que éstos niños serán los jóvenes que mañana podrían no partir a la ciudad, sino, hacer ciudad en su pueblo.
Uno de los fuertes principales del proyecto desde su gestión, se reconoce en la capacidad de la escuela de acoger una serie de programas ligados a la educación, nacen así programas como auto cultivos a cargo de dirección, guías turísticas por los huertos en verano, incluso venta minorista de productos elaborados por los niños a lo largo de los semestres. Para que mencionar el autoconsumo de las especies cultivadas en los comedores del colegio.
Un interesante punto turístico a reflotar es el tren, una débil actividad ferroviaria se mantiene entre Valdivia y Antilhue solo en épocas de verano, a través de un plan de comedores de fines de semana, con productos de las huertas, se busca intensificar el interés en familias a participar de actividades rurales-culturales en que la educación por la vida sana y el entorno natural sea el objetivo final. El impacto a nivel regional que supone la escuela es principalmente de carácter de gestión, de transmisión de la información, de la educación y la cultura a la población, así como el potenciar la identidad como elemento estructurante de la ciudad.
Localmente, refiriéndonos solo al pueblo de Antilhue, el impacto es de grandes proporciones, entendiéndose un arraigo inconciente de la gente al campo, siendo la escuela el gatillante del vuelco de la ciudad nuevamente a este eje. La escuela se presenta como el elemento pionero en volver a entender el campo como un canal de tránsito, dialogo, expresión y manifestación, por lo que su impacto es de proporciones. Propone un cambio en la mentalidad ciudadana, en que se pasa del pensamiento negativo y despectivo a la directa revalorización.
La escuela obtiene un carácter de preservador del medio ambiente y valorizador del patrimonio natural, pudiendo ser clasificado bajo el rol de conservador de la naturaleza y la biodiversidad, ganando terreno en organismos internacionales preocupados del desarrollo sostenible del medioambiente, como la WWF (World Wildlife Federation). Estos organismos pueden participar en la gestión, desarrollo y administración de las áreas verdes del proyecto urbano en el que se inserta la escuela.