La propuesta para el Vineum de Girlam parte de la idea principal de tratar de ofrecer a los visitantes una experiencia espacial de las bodegas enterradas en sí misma.
El misterioso espacio de las bodegas poco necesita para ser comprendido como una experiencia inolvidable, por lo que la propuesta trata de evitar cualquier tipo de montaje tecnológico sofisticado. De esta forma la presentación del espacio de las bodegas se propone como un montaje elemental donde lo importante es la atmósfera de las propias bodegas excavadas, incidiendo sobre su valor telúrico, de espacio construido por extracción de material a lo largo del tiempo, y la historia oral de la producción del vino en la zona.
Respecto a la construcción sobre rasante del Vineum en Girlam, la estructura propuesta toma referencias formales y constructivas de ese tipo de arquitectura, pragmática y esforzada, que oscila entre una modernidad de mínimos, elemental en sus volúmenes y su construcción, y una arquitectura vernácula, equilibrada y tranquilamente sostenible.
De este modo, se propone una construcción sobre rasante que toma referencias de la arquitectura vernácula de la zona, estructurándose en dos edificios que flanquean un patio, entendido este no en su concepción mediterránea, sino como espacio más tirolesa que articula las construcciones sobre rasantes, el espacio público y da paso al mundo subterráneo de las bodegas excavadas de la zona.
El conjunto propuesto, formado por la construcción sobre rasante y los espacios excavados configura un conglomerado de construcciones de pequeña escala que trata de potenciar la comprensión del complejo mundo de las bodegas excavadas, estableciendo vínculos formales, volumétricos y escalares, con las diferentes construcciones que lo rodean.
La sencillez de los volúmenes, las cubiertas, y su geometría tradicional, tratan de resolver la relación visual con el entorno, a partir de la intencionada ambigüedad formal de su pintoresca y desjerarquizada volumetría, y la elementariedad de los sus materiales propuestos: hormigón blanco, madera y zinc, busca mimetizarse con el entorno pintoresco de la villa de Girlan.
Arquitecto: Emilio Tuñón.
Colaboradores: Marceline Ruckstuhl, Rosa Bandeirinha, Coco Castillón, Albert L. Palazón.