Telegrama, no tuit
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Entre otras cosas, disfrutamos de la lectura, porque nos permite reencontrarnos, plasmadas por otros, con ideas que ya conocíamos o que, aunque no hubiésemos sido capaces de articularlas, ya estaban en nosotros. Se produce así un reconocimiento. Disminuye nuestra sensación de soledad. No exactamente porque nos sintamos acompañados, porque descubramos, en contra de lo que pensábamos, que hay seres que se nos parecen, con los que vayamos a pasar nuestro tiempo haciendo lo que nos gusta. Sino porque de repente descubrimos que lo que pensábamos que estaba sólo en nuestra cabeza también existía fuera de ella, que lo que considerábamos exclusivo en realidad forma parte de nuestra naturaleza, común a la de otros.
