Telegrama, no tuit
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Censuramos que la gente en los transportes públicos se entregue a sus móviles, que ya no se moleste en establecer contacto, aunque sólo sea visual, con quienes le rodean y vemos en ello un síntoma de la degradación moderna. Sin embargo, nunca advertimos nada dudoso en quienes hace unos años poblaban esos mismos vagones con su cabeza inclinada sobre un libro.