Telegrama, no tuit
Finalmente sólo los sueños y las pesadillas resultan tan verídicos que ninguno de los mecanismos que hemos aprendido para protegernos de nuestras inquietudes logra silenciarlos. Alcanzado un cierto grado de madurez y de ausencia de inocencia sólo es posible creer en lo que es falso.